domingo, 1 de marzo de 2015

Señor alcalde antes querido, ahora solo le escribo porque eres un intento de olvido. Es necesario que no creo en lo que alumbren la calle donde te has convertido mi marido y yo vivimos. Antes me decías que me amabas y únicamente hay dos farolas, ahora todo es un recuerdo en dicha calle que me atrapa y vagamente alumbran después de tanto daño, por las noches me encuentro deambulando y llorando gracias por un hombre que apenas vale su atención un centavo. Finalizo con un saludo a lo pasado lo olvido, ocho de diciembre, bebiendo alcohol de dos mil catorce.

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