Queriendo olvidar,
sin tener la lucidez
para dejar marchar.
Siempre sería,
a luz de sus ojos,
la más hermosa.
Él recordaba
sus momentos con ella;
era un sueño.
Sólo despertó,
delirando, pensando,
fantaseando.
De pronto supo:
aquello no era cierto,
no volvería.
Desde entonces
decidió que debía
dejarla marchar.
-Elena Casado
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